¿Miedo? ¿Yo? ¿Emprender?

En la vida dejamos de hacer muchas cosas por miedo. Muchas veces el miedo nos impide vivir nuestra propia vida y nos obliga a ser esclavos de un modelo de vida muy distinto al que realmente quisiéramos llevar.

El miedo es una especie de sensación que se genera cuando se percibe peligro o riesgo. El proceso del emprendimiento, por llevar una buena dosis de incertidumbre y riesgo, es un constante disparador de emociones de temor. Sin embargo, los emprendedores somos sujetos que amamos el riesgo y la incertidumbre. Estamos cargados de adrenalina y tenemos una enorme voluntad para definir y concretar nuestro emprendimiento. Me atrevo a decir que muchos estamos dispuestos incluso a pasar hambre, con la condición de cumplir nuestro objetivo. No se trata sólo de hacer rentable un proyecto, sino de hacerlo realidad. Los verdaderos emprendedores somos apasionados por lo que hacemos.

Probablemente, el peor enemigo del emprendedor es el miedo. Por una parte, esto se debe a que muchas personas temen plantearse grandes metas, temen dar grandes pasos, temen invertir grandes sumas de dinero, temen perder su valioso tiempo, temen quedar mal, temen perderlo todo por una ilusión, temen y siguen temiendo. Por otro lado, otros le tienen terror a cometer errores y tienden a no lanzar sus proyectos al mercado hasta que estén absolutamente perfectos. Generalmente se quedan en grandes ideas, pero no se convierten en negocios.

El miedo está estrechamente relacionado con la ansiedad, y un sujeto ansioso y con miedo tiene altas probabilidades de desarrollar comportamientos erráticos. En pocas palabras, el miedo es un importante factor de perturbación del emprendimiento. Siendo el emprendedor un sujeto de alto impacto social por sus valiosos aportes en la generación de oportunidades, riquezas y puestos de trabajo, el miedo termina siendo un arma de destrucción social, un elemento contaminante de la productividad y un anti valor del emprendedor.

El emprendedor debe formarse para saber que con conocimientos, intuición, constancia, perseverancia, determinación, disciplina y voluntad, prácticamente cualquier situación relacionada con su proyecto puede ser superada, por lo que el miedo debe ser extraído de la mentalidad del emprendedor.

Para poder tomar acción productiva, los emprendedores deben sustituir el significado terrorífico del miedo por un hábito racional de precaución y cautela. Los emprendedores miedosos son los que se quedan comentando sobre lo bien que les pudo haber ido si hubiesen hecho algo diferente, y terminan siendo meros espectadores del éxito de los demás.

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Fuente: Gestiopolis

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